lunes, 6 de octubre de 2014

Metamorfosis

Gregorio estaba todavía confundido debido al  cambio de su cuerpo, así que pensó que lo mejor sería despejarse para poder analizar su problema a fondo. Una vez que consiguió relajarse, analizó la situación para seguir adelante... Muchas dudas le inundaban, aunque la principal era que sus amigos no le reconociesen cuando se encontrarse con ellos. ¿Qué podía hacer? ¿Cómo hacer que ellos le reconocieran? Comenzó por hacer una prueba con Tomás Laruba, que aunque no era uno de sus mejores amigos, pasaba en ese momento por la calle, así que fue a su encuentro. Una vez en la calle, comenzó a andar en dirección a él, pero el niño, preso del pánico, huyó corriendo y gritando.
-¡Tomás, soy yo, Gregorio! gritó Gregorio mientras corría tras él... pero cuanto más lo llamaba, más rápido corría su amigo... era imposible alcanzarlo y aunque lo hiciera, nunca creería que él era "él".
Cada vez estaba más desesperado, más asustado... ¿cómo podría volver a casa y qué le diría a su madre cuando lo viera? ¿lo creería, o intentaría usar con él el matamoscas? ¿llamaría a los fumigadores, o al ver su tamaño avisaría al ejército? ¿qué sería de él a partir de ahora? ¿cómo comería?
Con gran resignación, dejó de perseguir a su amigo, y se escondió detrás de un árbol del parque junto a su casa.

No hay comentarios:

Publicar un comentario